¡Hola cocinillas! Hoy os traigo una receta que muchos me habéis pedido últimamente y que estaba deseando compartir con vosotros porque desde que la hice por primera vez rara es la semana que no la hago y gracias a ella ya apenas compro pan, a no ser que sea pan de verdad. Básicamente es mi desayuno diario.
¿Por qué creo que deberíais meter las manos en la masa? Como bien dice Ibán Yarza en la introducción de su libro "Pan Casero" hacer pan es felicidad. Yo ampliaría la idea a que cocinar y compartir lo cocinado es un estado de felicidad absoluta. Creo que todos disfrutamos no sólo degustando nuestras elaboraciones pero sobre todo mostrándolas y compartiéndolas con los demás. Esto es algo que viene ocurriendo desde hace muchos años, a mi entender y no un invento moderno de las redes sociales y ciertos programas de televisión sobre cocina.
La receta es sencilla y rápida de hacer, teniendo en cuenta que estamos haciendo pan y el tiempo es un ingrediente fundamental. Por lo tanto, relax y disfruta. Brevemente os contaré que el pan y yo tenemos nuestra historia personal, como todos. Siempre ha estado ahí ese reto de hacer pan y he tonteado con algunas recetas, como podéis ver en el índice de recetas bajo la etiqueta "pan", pero nunca he llegado a consolidar nada:técnica, recetas, etc. En casa tenemos una panadera muy buena y eso también impone. Por mucho que me intentaba animar pues que no lo conseguía. Pero así por arte de magia, como ocurren quizás las cosas más bonitas que nos pasan en la vida (perdón por la poesía), decidí apuntarme a un curso de introducción al pan casero. Y ahí fue donde aprendí y recibí esta receta que ahora comparto con vosotros. Vi que pude hacerlo, vi que no me llevaría la vida hacer molletes y sobre todo olí y probé el resultado: suave, pan que llena de verdad, olor a pan y el gozo de elaborarlo con tus propias manos. Gracias "panblosqui" (así lo podéis encontrar por instagram) por la clase y los ánimos. Una inspiración verte con las manos llenas de harina y oírte hablando del pan.
Para hacer esta masa no es necesario tener ninguna herramienta mágica de cocina en casa salvo un peso y un bol grande pero sí que es recomendable, si la vas a hacer con cierta frecuencia o cualquier otra receta de pan, que te hagas con una rasqueta. Ayuda mucho.
Tras toda esta literatura panarra vamos al lío. Con estos ingredientes me salen 9 molletes ( a veces me quedan muy redonditos y parecen más bien bollos que molletes así que suelo llamarlos "mollete-bollos). Alguna vez que otra he probado a ponerles algo de harina integral pero el resultado no me ha gustado nada, puede que sea por la calidad de la harina.
INGREDIENTES:
400 gr de harina de trigo
100 gr de harina de fuerza
20 gr de aceite de oliva
10 gr de sal
5 gr de levadura fresca
300-310 gr de agua
ELABORACIÓN:
Mezclamos todos los ingredientes y formamos una masa. Ponemos una pizca, literal, de harina sobre una superficie lisa (la encimera mismamente) y amasamos durante cinco minutos. Dejamos reposar 10 minutos y volvemos a amasar otros cinco minutos. Cuando la masa esté perfectamente lisa la colocamos en un bol que hemos pintado con un poco de aceite y lo tapamos (yo uso una bolsa de plástico o bien un gorro de ducha de plástico, tal cual). Este primer fermentado suele durar entre hora y media y dos horas y se hace a temperatura ambiente. Otra posibilidad sería preparar la masa por la noche o tarde-noche, amasarla bien , taparla y dejarla toda la noche en el frigorífico (que es lo que yo suelo hacer). En ambos casos veréis que la masa se pone bien grandota.
El paso siguiente es volver a poner una pizca de harina sobre la encimera, sacamos la masa del bol, la desgasificamos (la aplastamos un poco con la mano abierta) y la cortamos en 8-9 rodajas (cortamos la masa en dos partes, cada parte en dos y así sucesivamente) de entre 90-100 gr cada una.
Cogemos los extremos de la masa y vamos formando como una flor. Voleamos (en la receta de los hot cross bun os dejé un vídeo http://love-cookingbits.blogspot.com.es/2017/04/hot-cross-buns.html ) y aplastamos un poco cada pieza de masa. La estiramos un poco para que coja forma ovalada y las aplastamos con un poco más de harina si queréis que tenga luego ese polvillo típico del mollete. Ponemos cada pieza sobre una bandeja de horno con papel de hornear.
Tapamos con un paño y dejamos fermentar una hora y media aproximadamente, yo dejo la bandeja dentro del horno cerrado.
Veréis que los molletes se ponen bien grandes.
Sacamos la bandeja del horno y lo precalentamos a 200º, calor arriba y abajo y ventilador. Cuando esté el horno caliente bajamos a 170º y horneamos unos 12-13 minutos. Quedan blanquitos por fuera pero por dentro están en su punto. Ya sabéis que el mollete tiene ese color crudito tan peculiar.
Sacamos del horno y dejamos enfriar sobre una rejilla. Veréis que aguantan bien, un poco más sequitos, hasta cuatro días. También podéis congelarlos y al descongelarlos el resultado seguirá siendo estupendo.
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